La Organización Meteorológica Mundial confirmó este martes lo que venían apuntando desde el inicio del año distintas instituciones de referencia en el sector: que 2023 ha sido el año más cálido a nivel global (al menos, tanto en la superficie terrestre como en la de los océanos) desde que comenzaron los registros, a mediados del siglo XIX.
¿Qué ha sucedido en España a lo largo de 2023? ¿Y qué se puede esperar a partir de ahora? Hemos querido contextualizar un poco más la situación, por lo que hemos recurrido a datos de reanálisis de ERA5 obtenidos del Copernicus Climate Data Store para calcular una serie de gráficas como la siguiente, relativas al caso de la España peninsular y Baleares. En nuestro país, se trata del segundo año más cálido, tras 2022.
En la figura 1 se aprecia que los dos últimos años, 2022 y 2023, fueron los más calurosos de la serie. También puede verse cómo la temperatura ha ido aumentando claramente a lo largo de las últimas décadas (curva naranja) y su oscilación anual (en azul). ¿Cómo se relaciona esta variabilidad interanual con la tendencia a largo plazo? ¿Podemos esperar años fríos? ¿Serán todos cálidos de ahora en adelante? ¿Cómo afecta el calentamiento a las distintas estaciones del año?
Se nos acumulan las preguntas, así que vamos a ir aclarando algunas cuestiones: 2023, al igual que 2022, ha sido un año extraordinariamente cálido, si bien la magnitud de esa anomalía depende del periodo que se tome como referencia.
Es por ello que hemos dibujado una serie suavizada utilizando una ventana móvil de quince años de anchura con unos pesos gaussianos de desviación estándar igual a cuatro años. El resultado es esa curva suave (en naranja) que asciende con algunas oscilaciones de "onda larga". Es decir, en ocasiones, algunos años cálidos o fríos tienden a agruparse. Esto puede deberse a causas conocidas (como sucedió en su día a consecuencia de la erupción del volcán Pinatubo, en Filipinas, en junio de 1991) o a otras fuentes de variabilidad natural.
De esta forma, podemos descomponer la serie temporal en dos elementos: la curva suave que nos muestra cómo evoluciona el clima (la temperatura media a largo plazo, en naranja) y los residuos que se obtienen restando la curva suave a la serie original. En el caso de la temperatura anual en España, puede verse (figura 2) cómo los residuos no registran oscilaciones mayores a ±1 grado respecto a la media de la época, mientras que la temperatura anual suavizada ha ascendido dos grados (figura 1, en naranja) desde principios de 1960 hasta la actualidad. Esto quiere decir dos cosas: la primera, que la tendencia al calentamiento supera claramente a la variabilidad anual; la segunda (y con esto vamos respondiendo a algunas de las preguntas planteadas más arriba) es que, de ahora en adelante, es muy probable que los años sean cada vez más cálidos respecto a las últimas décadas, por lo que los récords históricos de temperatura serán habituales.
Además, como vemos en la siguiente figura (2), 2022 y 2023 aparecen en la gráfica de residuos como años cálidos, pero no destacan en comparación con 1989 o 1995, que fueron calurosos en extremo para su época.
Por eso, antes de adentrarnos en el análisis por estaciones del año (meteorológicas), quizá debamos reforzar dos ideas:
- Que el calor de 2022 y 2023 se convertirá en norma, pues nos encontramos ya en un clima más cálido respecto a los años ‘60, como muestra la curva suave de la figura 1. Estamos hablando sobre datos relativos a la España peninsular y Baleares, y solo tomando las temperaturas terrestres. No confundir con el objetivo de mantener el aumento de la temperatura global por debajo de dos grados centígrados respecto a niveles preindustriales para finales del presente siglo firmado en los Acuerdos de París. La temperatura global incluye los océanos, que se calientan a un ritmo más lento que la superficie terrestre, por lo que el calentamiento a nivel planetario es menor.
- Que las temperaturas medias cada vez más altas en 2022 y 2023 pueden atribuirse al calentamiento causado por las emisiones de gases de efecto invernadero, como se ha ilustrado en multitud de estudios, entre ellos los del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de la ONU.
El invierno, la estación más variable
Pasemos ahora a mostrar las gráficas por estaciones. Empecemos por el verano, que sigue un patrón similar al de las medias anuales, con un calentamiento más pronunciado. Destacan el verano excepcionalmente frío de 1977 y el muy cálido de 2003.
Dicho esto, el verano de 2022 superó a 2003 con claridad en términos absolutos a pesar de que su anomalía respecto a la curva suave es más pequeña (figura 4), a consecuencia del progresivo calentamiento, como decíamos, obra de los gases de efecto invernadero emitidos por diversas actividades humanas.
En otoño encontramos una variabilidad interanual más grande. Sin embargo la tendencia al calentamiento aparece reflejada con claridad. Los dos últimos otoños (2022 y 2023) fueron los más cálidos de la serie (figura 5), a pesar de que respecto a la curva suave fueron bastante menos anómalos que los de 1983 y 2006, entre otros (figura 6).
En primavera volvemos a observar cómo la de 2023 supuso un récord gracias a la tendencia, ya que se han registrado años más anómalos respecto a la curva suavizada.
Y llegamos al invierno, con diferencia la estación en la que se producen variaciones interanuales más grandes, ligadas a la Oscilación del Atlántico Norte.
Destacan el cálido 1989-1990 (¡dos grados por encima de la media de la época!) o los fríos 2004-2005 y 2005-2006. A la hora de comunicar el hecho del calentamiento global, es por tanto importante recordar que el tiempo invernal continuará produciéndose. A largo plazo, sin embargo, la tendencia se impone y vemos cómo es muy improbable que se repitan inviernos como los del 1962-1963 o del 1964-1965.
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